domingo, 14 de mayo de 2017

Para 2°3 La ciudad medieval

UN DÍA EN LA CIUDAD

Un caballero de poca estirpe busca a un herrero para comprar una espada.

Después de varias semanas de viaje, llegó a una ciudad amurallada sobre la margen de un río. Recuerda que cuando era niño, esa zona era un cruce de caminos con solo un puñado de casas y un mercado.

Cruzó el puente y atravesó la puerta. Una vez dentro un muchacho joven le comenta “-_debes quedarte un año y un día y serás libre de tu señor.” El caballero acentuó con su cabeza y siguió. No cabe duda que luego de semanas de viaje su aspecto no era el de un caballero y fue confundido con siervo escapado de su feudo.

Caminó por la calle que iba al mercado. Al llegar allí quedó maravillado con todas las mercancías. Los banqueros tenían sus mesas llenas de monedas diversas. Estos eran conocidos como prestamistas y por guardar el dinero. Cobran por guardarlo y también por prestarlo. Desde luego cobra un extra por su gestión. A esa cantidad se le llama interés.

Luego preguntó a un comerciante de lanas donde podía encontrar a un herrero, a lo que el señor respondió señalando con su dedo “_ve a la calle de los herreros, pasando la de los zapateros y los panaderos.” Se dirigió al primer edificio que encontró. Allí, desde la puerta lo atendió el dueño del taller de herrería. Mientras conversaban y le explicaba lo que necesitaba, el herrero le contó que era un maestro en su oficio, miembro del gremio de los herreros. Los gremios vigilan por la calidad de los productos, fijan el justo precio y prohíben la competencia. Comentó además el maestro, que allí trabajaban dos artesanos calificados también, un obrero asalariado y un aprendiz del oficio.

El caballero realizó su transacción económica, saludó cordialmente al herrero y se marchó. Antes de abandonar la ciudad, le llamo la atención un hombre tirado a un costado de la calle del mercado, que repetía una frase una y otra vez “_el aire de la ciudad hace libre”, repetía y repetía. Por lo cual el caballero curioso le pregunto si le pasaba algo y el hombre contestó: “_desde que el rey le concedió libertades a esta ciudad por lo cual daba el privilegio de gobierno propio y escapar del control del señor feudal, lo que durante a algún tiempo fue participación de todos los habitantes para elegir a nuestros alcaldes, con los años se convirtió en la exclusividad de una clase. Nos gobierna una agrupación de ricos, mercaderes y banqueros que excluyen a la mayoría de los ciudadanos de los cargos públicos, incluso a los artesanos y pequeños comerciantes.” Además le contó que había sido siervo y que se había fugado de su señor feudal, refugiándose en la ciudad. El hombre, que no tenía trabajo ni casa de repente se perdió entre la multitud y no se vio más.

El caballero se marchó rápidamente y fue pensando en la frase que repetía una y otra vez ese pobre señor “el aire de la ciudad te hace libre” se repetía ahora en la cabeza el caballero, hasta que frena de golpe a su caballo y dice en voz alta “_el aire de la ciudad hace libre, pero solo a una minoría”.
FIN
Practicante Pablo Buzzi. Liceo N°20/ 2°3 

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